Klaudia decide viajar a la casa de infancia en Brasil a visitar a su viejo padre. Se han escrito por 20 años cartas de intensa profundidad. Sin embargo, su correspondencia es interrumpida desde que el padre tuvo un accidente cerebral y quedó afásico, perdiendo la capacidad del lenguaje, lo que era su fortaleza como psicoanalista y padre a la distancia. ¿Necesita el ser humano comunicarse con su entorno? ¿Cómo nos comunicamos? ¿Somos dependientes del lenguaje? ¿Puede el afecto construir lenguaje, más allá de las palabras? ¿Puede la cámara ser un dispositivo de comunicación entre dos seres que no pueden hablar?